martes, 27 de enero de 2015

Un encuentro inesperado con el rey


Canal Street, cerca de 1900

Centenares de carretas y coches de caballos llenaban las calles. Los postes con las líneas eléctricas parecían como una extensa tela de araña. La gente iba de un lado a otro, con prisa, sin pararse demasiado a las contemplaciones. Los comercios y los mercadillos le impresionaban. El bullicio que se respiraba en el ambiente le producía una estimulante sensación de novedad. Ya desde lo lejos se veían los edificios de varias alturas. El tren entraba por Carrollton Avenue para cruzar después el canal de New Basin. Las casas shotgun, tan modestas como características, las granjas criollas, el pantano rodeado de cipreses, el gran lago. Todo era una novedad para él. 

Corría el año 1905 y era la primera vez que Dutt -así es como le llamaba todo el mundo- pisaba Nueva Orleans. En la plantación Woodland, donde vivía, los días se pasaban entre las ferias del condado, pescar en el río, tirar piedras en la vieja vía del tren o jugar a las cartas. Y bueno, trabajar en el molino, donde se procesaba la caña de azúcar, en una árdua y laboriosa tarea. El padre de Dutt era blanco y sus antepasados provenían de la región francesa de Alsacia. Llegaron a Lousiana tras las migraciones acadianas desde Canadá. Las tardes en la plantación, después de la jornada de trabajo, la gente se sentaba en los porches de las casas a cantar viejas canciones francesas hasta el anochecer. Sus primeros recuerdos musicales, sin embargo, vienen de la naturaleza: el croar de las ranas, el silbido de las serpientes, el correteo de las ratas. También de los procesos industriales de transformación del azúcar: el rugido de las calderas en la cristalización de la caña, el incesante sellado de los barriles o el sonido metálico de las carretillas que transportaban el producto. 

Y por supuesto, las bandas de metales, que desfilaban por las iglesias del condado siempre que había un funeral. Precisamente uno de ellos, James Brown Humphrey, de la Onward Brass Band fue uno de los primeros maestros musicales de Dutt. Pronto comenzó a cantar en grupos vocales y a fabricar sus propios instrumentos. El banjo, moldeado a través de una caja de cigarros, era todo un clásico, pero también guitarras y contrabajos. De alguna manera llegó a sus manos un carcomido trombón de segunda mano lleno de agujeros. Más que sonido, de ese ajado trozo de metal salían burbujas de saliva. Su viaje a Nueva Orleans tenía relación con eso.

Werlein's en los años 40

Dutt se bajó en la calle Poydras, justo en la esquina con Villere. Su hermana Lena vivía cerca, pero antes de visitarla tenía algo mucho más importante que hacer. No se lo pensó mucho y cogió el tranvía que iba a Canal Street donde estaba Werlein's Music Store: quería comprar un nuevo trombón, el principal motivo por el que había ido a la ciudad. La  tienda de música más grande de todo Nueva Orleans, fundada en 1834, había visto a distintas generaciones de músicos locales pasar por ella para comprar sus partituras e instrumentos. Werlein's era territorio sagrado. 

Nada más entrar, Dutt se quedó ensimismado por el intenso brillo de los instrumentos de viento: los refulgentes dorados de las cornetas, la majestuosidad de los saxofones, la elegancia innata de los clarinetes. En la sección de cuerdas, le llamó la atención las retorcidas formas de los violines y contrabajos. Después de un iniciático y reposado paseo por la tienda volvió a la sección de los vientos. Allí estaba, listo para él: un imponente trombón de válvulas de marca York, a 67$ de precio. Afortunadamente había estado ahorrando y con lo que sacaba del azúcar y un dinerillo extra que se había ganando trabajando de guitarrista en una taberna pudo pagárselo. 

Se fue corriendo a casa de su hermana. Estaba tan excitado que no pudo reprimir las ganas de tocar su nuevo instrumento por la calle. Quería probar su sonido, su ataque, la embocadura...todo. Le gustaba lo que oía. Ese York de válvulas convertía el aire en música de una forma endemoniadamente bella. Llegó a casa de su hermana, en la calle Jackson. Siguió tocando. No podía parar de tocar. De repente alguien llamó a la puerta.

- "Jovencito, ¿eres tú el que está tocando ese trombón?", preguntó con voz arenosa un tipo negro, robusto, de más de 1,80 de altura, vestido con camisa blanca y chaqueta.
- "Sí", dijo Dutt.
- "Bien. ¿Sabes quién soy?"
- "No", respondió sorprendido Dutt.
- "¿Seguro que no sabes quién soy?"
- "No, la verdad".
- "¡Soy el rey!", espetó con orgullo el hombre negro.
- "¿El rey?, ¿qué rey?", Dutt estaba totalmente perdido. No sabía que intenciones tenía ese extraño tipo.
- "¡King Bolden!".
- "Pues encantado de conocerle, señor Bolden", la ingenuidad de Dutt no acertó a decir otra cosa.
- "¿Vives aquí?".
- "No exactamente, es la casa de mi hermana, yo vivo en el campo"
- "Me gusta como suenas, ¿te gustaría trabajar conmigo?", el hombre llevaba un buen rato fuera, en la calle, escuchando el trombón de Dutt.
- "...espere un momento", Dutt estaba tan emocionado por tocar con King Bolden, aunque no supiera muy bien quién era, que fue a llamar a su hermana. Se dirigió hacia Bolden. "Señor Bolden, le importaría explicarle a mi hermana lo que quiere".

La hermana tomó las riendas y cortó de raíz la situación:
- "No, no, no. Tiene que volver a casa ahora mismo. No va a ir a ningún sitio hasta que por lo menos tenga 12 años".

Dutt no era más que un niño de 9 años que apuntaba maneras. Aunque no pudiera tocar con él, su encuentro con el rey le dio fuerzas y volvió a la plantación pleno de confianza. King Bolden, el legendario Buddy Bolden, el primer músico de la historia en tocar jazz, sin embargo, estaba en el ocaso de su carrera. Los excesos con el alcohol y ciertos delirios mentales  le habían llevado a tener una conducta excéntrica y aislada. Cada vez era menos habitual verle tocar en desfiles. Años más tarde Dutt recordaría cómo Bolden iba a las iglesias de Nueva Orleans a sacar ideas para su música. O como ensayaba en la puerta de su casa, en plena calle, con el sonido más potente que jamás había escuchado. Años más tarde, Dutt, rememoraría su primer encuentro con Buddy Bolden como su gran revelación musical. No obstante, después de esa epifanía, Dutt no tardaría mucho tiempo en ser asiduo de los bailes y picnics de Nueva Orleans y labrarse una reputación como uno de los mejores músicos de la ciudad. No tardaría en marcharse a California con su propia orquesta, después a Chicago, donde grabaría nada más y nada menos que con Louis Armstrong y sus Hot Seven. Años más tarde, el jovencito Dutt se convertiría en Kid Ory, el trombonista criollo más influyente y famoso del primer jazz.

Dos jóvenes Kid Ory y Louis Armstrong
Fuente: Creole trombone: Kid Ory an the early years of jazz, John McCusker, University Press of Mississippi, 2012.

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